En épocas
no muy lejanas se habla en Arauca de la existencia de una serpiente de siete cabezas;
según la tradición, este ofidio monstruoso tenía las cabezas en la
madre vieja, que es una laguna con vegetales y desechos en estado de
descomposición, donde las babas y otros acuáticos son mudos personajes de los
grandes misterios que han tenido lugar en ella. La punta de la cola se encuentra justamente
en el altar de la iglesia de Santa Bárbara.
Cuenta
también la tradición primitivo-popular de Arauca que en el preciso momento que
la serpiente se remueva invirtiendo su posición, es decir, cuando su enorme cabeza ocupe
el lugar que tenía la cola, se produce el hundimiento de la Iglesia de Santa Bárbara de Arauca. Para sacar
la serpiente, hay que tirarle un Viernes Santo un ramal de anzuelos con siete
niños sin bautizo.
Es frecuente escuchar decir al hombre araucano,
"el forastero que bebe de
las aguas de la madre vieja se queda para siempre en Arauca. Tiene como razón
destacar lo acogedora que es esta tierra".
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