domingo, 16 de septiembre de 2012

El Silbon



Espíritu vagabundo por matar a sus padres. Después de asesinar a su padre, el hombre fue castigado con un mandador de pescuezo (típico del llano), al tratar de huir fue mordido por un perro tuerto, para concluir el castigo su abuelo regó sobre sus heridas gran cantidad de ají picante. El recuerdo y mención de lo sucedido libra a las personas de ser atacadas por este espíritu errante conocido como el silbón.

El Silbón se presenta a los borrachos en forma sombrío. Otros llaneros le dan forma de hombre alto, flaco. Usa sombrero y ataca a los hombres parranderos y borrachos, a los cuales chupa el ombligo para tomarles el aguardiente.

La tradición explica que al llegar el silbón a una casa en las horas nocturnas, descarga el saco y cuenta un a uno los huesos; si no hay quien pueda escucharlo, un miembro de la familia muere al amanecer.

Otra versión dice que fue un hijo que mato a su padre para comerle sus "asaduras". El muchacho fue criado toñeco (mimado), no respetaba a nadie. Un día le dijo a su padre que quería comer vísceras de venado. Su padre se fue de cacería para complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mato, le saco las vísceras y se las llevo a su madre para que las cocinara. Como no se hablan daban, la madre sospechó que eran las "asaduras" de su marido. Preguntándole al muchacho, quien confesó la verdad.

De inmediato lo maldijo "pa to la vida". Su hermano Juan lo persiguió con un "mandador", le sonó una tapara de ají y le azuzó el perro "tuerto" que hasta el fin del mundo lo persigue y le muerde los talones.

Madre Vieja


En épocas no muy lejanas se habla en Arauca de la existencia de una serpiente de siete cabezas; según la tradición, este ofidio monstruoso tenía las cabezas en la madre vieja, que es una laguna con vegetales y desechos en estado de descomposición, donde las babas y otros acuáticos son mudos personajes de los grandes misterios que han tenido lugar en ella. La punta de la cola se encuentra justamente en el altar de la iglesia de Santa Bárbara.



Cuenta también la tradición primitivo-popular de Arauca que en el preciso momento que la serpiente se remueva invirtiendo su posición, es decir, cuando su enorme cabeza ocupe el lugar que tenía la cola, se produce el hundimiento de la Iglesia de Santa Bárbara de Arauca. Para sacar la serpiente, hay que tirarle un Viernes Santo un ramal de anzuelos con siete niños sin bautizo.

Es frecuente escuchar decir al hombre araucano, "el forastero que bebe de las aguas de la madre vieja se queda para siempre en Arauca. Tiene como razón destacar lo acogedora que es esta tierra".

La Figura Negra.



¡Me encanta el verano! Siempre voy al pueblo de mi padre y me junto con otros chavales que tampoco viven allí pero que vuelven todos los años. Pasamos los días en la piscina y las noches bebiendo y riendo. Solemos estar bebiendo y fumando todos los amigos en un claro que hay en un pinar cerca del pueblo. Mi padre me dice que no entremos allí..que no es un sitio adecuado para estar de noche...pero chulísimo, se está muy agusto, y además nunca hay nadie. No entiendía porque me daba esa advertencia hasta que una noche sucedió algo que nunca podré olvidar.

Estabamos allí de risas y hablando de nuestras cosas hasta que en un momento de la noche una amiga, Silvia, empezó a ponerse blanca. Gritaba temblando que en la oscuridad, entre los pinos, había alguién o algo...estaba quieto mirándola muy fijamente...Todos comenzamos a reir bromeando y le dijimos que dejara de beber. Ella no salía de su temor...ya no veía la figura pero estaba segura que no se la había imaginado. Varios nos ofrecimos a ir hasta el sitio para que se convenciera de que no había nada ni nadie.
Tras la comprobación a Silvia se le pasó el susto. Todos seguimos riendo y charlando cuando esta vez fui yo el que se sentía observado por alguién. Esa hombre...pálido mirándome fijamente...¡¡ERA VERDAD!!. Me entró tal desesperación que comencé a gritar. Silvia lo volvió a ver y también gritaba. Nadie entendía nada pero nos pedían que parasemos...la broma se estaba haciendo pesada. Nosotros insistíamos: "no es una broma. ¿Acáso no le veís?" Nadie le veía...había vuelto a desvanecerse.
Algunos fueron a mirar otra vez...¡nada! Seguimos allí pero yo ya no estaba nada agusto...de repente Raúl gritó un fuerte "Dios, ¿Qué es eso?" de una forma agónica, se levantó y empezó a correr hacía el pueblo...todos le imitamos. No tuve tiempo de girarme y mirar, pero sé lo que vio. Esa figura de mirada pálida penetrándote...
Nunca más volvimos allí...nadie de nosotros se ha atrevido nunca a comentarlo...pero estoy seguro que no somos los únicos que lo hemos visto. Ya sé porque mi padre me decía que no entraramos allí...y porque nunca me decía la razón. Él, al igual que yo, no quiere nombrarlo nunca más.


Las Luces


Esta historia me la contó una chica de unos 16 años, y no le sucedió a ella, sino a su madre, una colombiana que emigró a Alemania para buscarse la vida, teniendo que alquilarse una casa con su joven esposo que apenas tenía comodidades.
Eso sí, tenía visitantes misteriosos.
Al principio sólo eran sonidos, rasguños en la almohada que mantenía abrazada mientras trataba de descansar después de tantas horas de trabajo. Le asustó, cierto, pero mantuvo la calma y pensó que era su propio agotamiento el que la hacía tener alucinaciones auditivas. Los rasguños en la cama no son tan inhabituales ¿no?. Muchos los hemos oído. Son visitantes que quieren comunicarnos que "están ahí también, que no estamos solos".
La joven vivió con esa extraña experiencia unos días y terminó por acostumbrarse, pero una noche ocurrió algo terrible. Estaba tumbada en la cama, descansando, su marido estaba afeitándose en el cuarto de baño, y de pronto unas lucecitas de un tamaño algo mayor que el de las canicas, blancas azuladas y brillantes, comenzaron a salir de debajo de la cama.

Subieron, ascendieron hasta ponerse encima de ella, y bailaron.
La chica las miró estupefacta, tragó saliva y respiró profundamente. ¿Qué era aquello? ¿De dónde salían? ¿Qué las producía?
Y entonces las luces comenzaron a bailar con movimientos más bruscos, y una poderosa fuerza salió de ellas. La chica notó esa fuerza en puñetazos y patadas invisibles que la golpeaban y estampaban contra las paredes... Gritó, y su marido se cortó con la gillette. Cuando él iba a salir la puerta del cuarto de baño se cerró de golpe.
La joven colombiana emigrante sufrió una paliza que la dejó destrozada, y no pudo hacer una denuncia, porque en qué comisaría de policía iban a escuchar semejante historia sin echarse a reir.
No volvió a ocurrirle porque volvió a colombia entre lágrimas y terrores.
Durante años jamás contó la historia, y cuando lo hizo, fue para contárselo a su hija -mi confidente-, quien me confesó que su madre no podía hablar del tema sin echarse a llorar y a temblar.
No es para menos. Su hija también lloró al contármelo.

Las Gemelas



En una reconocida familia de cartagena, una madre iba a tener un parto en algún hospital de la bella cartagena, iban a ser gemelas.
por fin llegó ese día y vinieron al mundo dos hermosas niñas. cuando cumplieron su tercer aniversario la familia salió a pasear, de regreso y mientras cruzaban la carretera para recoger el vehículo que allí habían estacionado, sin darse cuenta y en un abrir y cerrar de ojos, un vehículo se dirigía a toda velocidad hacia ellas y la desnaturalizada madre soltó a las pequeñas corriendo a un lado de la carretera. todo ocurrió en cuestión de segundos cuando el carro atropelló a las gemelas.
no se pudo hacer nada, las niñas habían muerto. todos los familiares y allegados acudieron al elegante funeral, se notaba un dolor especial en el ambiente, había una sensación de tragedia, de una tragedia que posiblemente se habría podido evitar. pero nadie como la madre se lamentaba tanto, quien repetía y repetía una y otra vez que no debió haber soltado a las niñas y que deseaba que dios se la hubiese llevado a ella en vez de a sus queridas hijas.
dos años más tarde y ya superado el trauma, la madre quiso volver a tener hijos; el padre aceptó. sin saber lo que iba a suceder de nuevo. cuatro meses después el doctor comprobó que en su vientre había un bebé, un hermoso varón y que para que naciera saludable debía volver en dos meses para empezar a ejercitarlo. la madre se propuso que lo querría como si nunca hubiese tenido hijos.
a los seis meses al niño ya se le veía claramente la forma de su pequeño y ligero cuerpecito, a los ocho meses la madre sentía que ya no podía aguantar más así que fue un parto prematuro. la noticia no era de esperarse, la madre se desmayó durante el parto e inexplicablemente salieron gemelas.
la madre no dio importancia al hecho y daba gracias a dios por haberle devuelto a sus hijas, pero entre dientes la madre y el padre se decían que nunca mencionarían nada de lo que sucedido y que las tratarían como si fueran las primeras.
una navidad, tres años después, la familia salió de paseo al mismo lugar de siempre, al regresar, mientras cruzaban la carretera que tanto pavor daba a la madre las niñas se agarraron fuertemente a las manos de su madre y mientras se encontraban en mitad del asfalto las niñas le dijeron a su madre: “mamá……no nos sueltes, que aquí fue donde nos mataron”.

Leyendas Colombianas

Bien ... Les Contare Ahora un poco sobre las leyendas que an sido publicadas en colombia.
 gracias a que fueron Suministradas por los pueblos colombianos.
....DISFRUTALOS....
Intenta No Mojar La Cama =P

El Tunjo



Mito menor. Los tunjos son piezas antropomorfas, de orfebrería prehispánica. Se dice que se presenta en la forma de un bebé inofensivo, llorando, a la vera del camino, en los grandes caminos reales, en el cruce de un bosque o de una quebrada, en las inmediaciones de unas ruinas o casas abandonadas, a la orilla de las cachaqueras o de los ríos de Tolima. El Tunjo, después de todo, no hace más que asustar a las víctimas, al parecer inconscientemente, pues según se entendía él sólo buscaba, como antes he dicho, a un protector que lo cuidara y mantuviera, para él, a su vez, hacerlo rico. 

Naturalmente para que el escogido tuviera derecho a esa oportunidad de enriquecerse tenía que soportar alguna prueba, y el caso era que el niño se presentaba llorando desconsoladamente a la orilla del camino, tirado en el suelo precisamente cerca de donde ha de pasar el solitario viajero a quien ha de aparecérsele. Si la persona pasa de largo el niño lo alcanza y si va de a caballo se le monta, dándole así el susto consiguiente y del cual no puede librarse sino corriendo desesperadamente o rezando. Otros se bajan de la bestia, lo recogen con mucho cuidado, con el consiguiente estupor de encontrar una criatura así abandonada y con lo cual el niño deja inmediatamente de llorar y, en seguida, ante el asombro de su inmediato protector, le habla muy claro, diciéndole: 
-Papá, mire que ya tengo "ñentes". 
Acto seguido abre la boca, por la que se escapa una gran llamarada. El hombre tira la criatura y huye despavorido. Pero, en cambio, aquel que conoce ya el truco y ha estado precisamente esperando una oportunidad como aquella para enriquecerse, y que mucho la ha buscado en los lugares solitarios a deshoras de la noche y en noche de Viernes Santo, procede inmediatamente a hacer lo siguiente: rápidamente recoge la criatura y sin darle tiempo a más se moja el pulgar con saliva y lo santigua diciendo solamente: 
– Yo te bautizo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 
El niño queda inmediatamente convertido en un precioso muñeco de oro. El que coge así un Tunjo se vuelve inmediatamente rico de la noche a la mañana. El muñeco debe ser cuidadosamente guardado en una caja entre rezos y conjuros especiales; la caja debe ser bastante segura y con un compartimento suficiente para la alimentación de su ocupante. Porque el Tunjo come como un ser viviente y defeca asimismo todos los días, pero valiosos trocitos de oro macizo, con el cual se va haciendo inmensamente rico su dueño. Su alimentación consiste en cierto grano o semilla muy semejante al comino, pero más pequeña, que crece en las faldas de las cordilleras. La alimentación no debe faltar, ni sus cuidados, ni sus ritos de posesión, porque si no éste se embarca en medio de una tormenta infernal y torrencial lluvia, con la cual crecen los ríos y quebradas saliéndose de sus causes hasta dar con el muñeco, el cual se embarca en las embravecidas aguas, tocando tiple y cantando melodiosamente.